Félix Molina-Flórez
SUMMA DE LOS INVIDENTES
INVIDENTE I
EL sol hace gárgaras en mis ojos
mientras examino el Génesis de tanta noche
El canto de este pájaro es oscuro
también lo es el silencio y tus besos
Para qué sepulcros si no hay muertos
para qué ojos si no hay luz
El Paraíso se aparta
de mi desnudez.
INVIDENTE II
¡AY Dios!
Hoy alzo esta mirada aciaga como si fuera una bandera encendida
que ha perdido su patria
Hoy estos ojos pretéritos buscan un recuerdo bondadoso
en qué posar
Una luz
un paraíso sin árboles
una oscuridad estéril
Un amor sin brazos
que sostenga bien mi alma.
INVIDENTE IV
EN alto relieve el tiempo me muestra su sonrisa
No usa bastón
ni lentes
pero camina minucioso por los callejones
Cruza semáforos y pide limosnas a los transeúntes
Ellos, ciegos, atraviesan la vida.
INVIDENTE VI
o morir con los ojos sin alma
Pronto entendería que sus ojos eran piezas de algún ajedrez
abandonadas por Dios en una caneca de basura
Sabría sin mayores metáforas que la soledad
extiende las fronteras cada amanecer
Finalmente aprendió que el ocaso sepia de su última tarde
se esfumaría con el pasar de las horas
con un despabilar eterno.
INVIDENTE VII
LA muerte susurra amorosa lo trágico de cada segundo. Trata, insistentemente, que sus pasos sean una sinfonía perfecta dirigida por el bastón. Mira a la nada mientras sostiene en una de sus manos un billete de lotería. Sabe bien que la vida es una rifa donde el premio mayor será la incertidumbre y el premio de consolación la muerte.
A veces quiere y otras no
ser el ganador de ese premio.
INVIDENTE IX
Ni compares su cuerpo con la aurora
No digas que mi hijo es la copia exacta del abuelo
o que el río tiene su sangre revuelta
Háblame de noches y estrellas muertas
O del llanto eximio de un perro que pronto ha de morir
Hablemos de la recámara oscura
donde duermen mis canciones.
INVIDENTE X
IMAGINAS
que en la recámara están tus ojos. Sueñas
1
Te ves feliz
Despiertas al lado del camino
con los ojos llenos de saliva y lodo
2
Te alistas a abrirlos
Limpias tus párpados con la esperanza erguida
3
Los abres
La misma noche te da la bienvenida.
INVIDENTE XII
Ellos te miran
sin que un evidente rencor lacere tus párpados
En el teatro que es la vida
arderá el recuerdo oscuro de una luz que se pudre.
INVIDENTE XIII
Solo quedan los rastros disueltos de una hormiga cabizbaja
De aquella espléndida risa como el beso del sol
Sólo queda una luna derretida que semeja la vela que acaba de morir
La poesía entregó tus ojos a cambio de un motín doloroso:
cada amanecer es más oscuro
y la noche se posa como una nube misericordiosa sobre tus párpados
para cubrirte de este sol inmortal
que para ti agoniza.
INVIDENTE I
EL sol hace gárgaras en mis ojos
mientras examino el Génesis de tanta noche
El canto de este pájaro es oscuro
también lo es el silencio y tus besos
Para qué sepulcros si no hay muertos
para qué ojos si no hay luz
El Paraíso se aparta
de mi desnudez.
INVIDENTE II
¡AY Dios!
Hoy alzo esta mirada aciaga como si fuera una bandera encendida
que ha perdido su patria
Hoy estos ojos pretéritos buscan un recuerdo bondadoso
en qué posar
Una luz
un paraíso sin árboles
una oscuridad estéril
Un amor sin brazos
que sostenga bien mi alma.
INVIDENTE IV
EN alto relieve el tiempo me muestra su sonrisa
No usa bastón
ni lentes
pero camina minucioso por los callejones
Cruza semáforos y pide limosnas a los transeúntes
Ellos, ciegos, atraviesan la vida.
INVIDENTE VI
—A Jorge Luís Borges—
TUVO que escoger entre descifrar el tiempoo morir con los ojos sin alma
Pronto entendería que sus ojos eran piezas de algún ajedrez
abandonadas por Dios en una caneca de basura
Sabría sin mayores metáforas que la soledad
extiende las fronteras cada amanecer
Finalmente aprendió que el ocaso sepia de su última tarde
se esfumaría con el pasar de las horas
con un despabilar eterno.
INVIDENTE VII
LA muerte susurra amorosa lo trágico de cada segundo. Trata, insistentemente, que sus pasos sean una sinfonía perfecta dirigida por el bastón. Mira a la nada mientras sostiene en una de sus manos un billete de lotería. Sabe bien que la vida es una rifa donde el premio mayor será la incertidumbre y el premio de consolación la muerte.
A veces quiere y otras no
ser el ganador de ese premio.
INVIDENTE IX
—Para Leandro Díaz—
NO me hables de colores o banderas Ni compares su cuerpo con la aurora
No digas que mi hijo es la copia exacta del abuelo
o que el río tiene su sangre revuelta
Háblame de noches y estrellas muertas
O del llanto eximio de un perro que pronto ha de morir
Hablemos de la recámara oscura
donde duermen mis canciones.
INVIDENTE X
“Aquella noche, el ciego soñó que
estaba ciego”
José Saramago
Juan 9:6IMAGINAS
que en la recámara están tus ojos. Sueñas
1
Te ves feliz
Despiertas al lado del camino
con los ojos llenos de saliva y lodo
2
Te alistas a abrirlos
Limpias tus párpados con la esperanza erguida
3
Los abres
La misma noche te da la bienvenida.
INVIDENTE XII
(Un probable Antígona)
ARRULLAS tus ojos como queriendo que duerman en tus manosEllos te miran
sin que un evidente rencor lacere tus párpados
En el teatro que es la vida
arderá el recuerdo oscuro de una luz que se pudre.
INVIDENTE XIII
—Al Poeta Luís Mizar Maestre—
DE aquellos pasos de rinoceronte en celoSolo quedan los rastros disueltos de una hormiga cabizbaja
De aquella espléndida risa como el beso del sol
Sólo queda una luna derretida que semeja la vela que acaba de morir
La poesía entregó tus ojos a cambio de un motín doloroso:
cada amanecer es más oscuro
y la noche se posa como una nube misericordiosa sobre tus párpados
para cubrirte de este sol inmortal
que para ti agoniza.
Félix Molina-Flórez. (Valledupar 1986) Estudios en Licenciatura el Lengua Castellana e Inglés en la Universidad Popular del Cesar. Miembro del Taller de Creación Literaria José Manuel Arango adscrito a RENATA. Algunos poemas y cuentos suyos han aparecido en publicaciones locales. Los poemas aquí publicados hacen parte del poemario El libro de los equívocos. Actualmente se desempeña como Bibliotecario.
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