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Mostrando entradas de octubre, 2011

William De Ávila Rodríguez

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Confesiones crepusculares en la heladería (Tomado de:Revista LetrasNúmero 2, Año 1. Octubre de 2011) Estuvimos en la heladería de la esquina, al lado de mi casa, allí nos alcanzó a sorprender la luz parda de la noche. Pedimos  cervezas, helado  de  chocolate, maníes y mentas. Nos untamos las bocas de acidez, miel y besos, rompimos la timidez del primer encuentro sin cita previa. Apuramos la bebida que corría espumeante por las gargantas. En medio  de nuestras voces y risas, nos  quedábamos callados y nos mirábamos los rostros, nos mirábamos a los ojos y cuando allá en el fondo de las pupilas descubríamos el secreto o el deseo del otro, reíamos con complicidad y alguno de los dos buscaba los labios esperantes de caricias y mordiscos. Deslizaba mis dedos en medio de su pelo recién pintado, que  le caía en el borde  de  los hombros, y mis yemas viajaban por el nacimiento de su espalda, se estremecía y me quitaba la mano  diciendo:"¡necio!" Habló de las lluvias

ARIANA MOLINA GÓMEZ

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POÉTICA DE LA CAVERNA Los flujos discontinúan el reloj de agua La ciudad  como nadie Y todos  en mí como desviados por aromas  espectros y muros Hay memoria  en ese titán de miradas y graznidos  regados  por las calles Desnudos y mojados por el viento en la bruma  como  de un cuento de hadas donde el misterio es el absurdo en otra edad lagrimada por la necesidad de llorar el sol muere  pm  las alas Profundas de abismos Los mercaderes  del vacío, Venden trozos de eternidad Yo regalo papeles rotos y escupidos escritos por mi perplejidad pegada  en las  ventanas del infierno.     CADALSOS DE LA MEMORIA     Viajas por los pontos A los cadalsos de la memoria, En barcos de los cuerpos y esos barcos son el deseo De naufragar en tus sabanas de aguas Con que vistes mi desnudez Sin cantos de sirenas Sin rocas de ojo Y dioses tiranos de tiempos y destinos soy la ola destructora de tu sangre y tú los hilos con que tejemos nuestros

Miguel Barrios Payares

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DIDÁCTICA Y HERRAMIENTAS PARA JUEGOS NOCTURNOS El 20 de diciembre de 2010 Fabio Durán se declaró ante si mismo, oficialmente un desgraciado. Para quienes fueron en algún momento sus compañeros, esa afirmación fue evidente desde los primeros días de octubre pero Fabio Durán mantenía una alta cantidad de orgullo que lo hacía parecer, al menos ante su propia persona, como un tipo normal. La llamada de Lucrecia treinta minutos antes no fue más que un detonante. Para sentirse así hubiese podido utilizar cualquier otra razón: Ruth cobrándole el alquiler, el sonido intermitente del teléfono sin servicio o la conexión nula en la ventana del explorador de Internet, pero fue la llamada de Lucrecia y no hubo remedio. En orden: el teléfono celular de Fabio timbró por primera vez, ese día, a las 6:40 P.m., Fabio lo contestó en la séptima oportunidad esperando sin muchas ganas que fuera su mamá. —Necesito que me recargues el celular. —¿Cuándo? ¿Cuánto? —Ahora. Cinco mil. —Ok. —Ok. Lláma

Diógenes Armando Pino Avila

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QUIRÓFANO Por: Diógenes Armando Pino Ávila Ahora que estoy atado a la silla de mi escritorio, amordazado y con la venda semi-caída sobre mis ojos, es cuando me doy cuenta que algo malo paso. Llegamos puntuales, los tres, contentos por la invitación; nos iban a dejar participar, cosa rara en ellos. Apenas traspusimos la puerta, vimos la sala llena de luces. Entramos y al momento se abalanzaron sobre nosotros, los nueve individuos vestidos de blanco, que a lado y lado de la puerta nos esperaban agazapados; nos golpearon frenéticamente, reduciéndonos a la impotencia, luego nos maniataron sólidamente a las sillas de nuestros respectivos escritorios y con trozos de seda que cortaron de la bandera de la nación, nos amordazaron y vendaron. Comencé a hacer esfuerzos por soltarme, no pude; sólo logré que la venda cayera parcialmente de mis ojos; así pude observar atónito todo lo que ocurría a mi alrededor. Muy quietos, rígidos tal vez, en una concentración perfecta, los nueve