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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Diógenes Armando Pino Avila

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 Por: Diógenes Armando Pino Ávila A LA DERIVA Quise agitar tus aguas mansas para navegar hasta el cansancio en tus mares océanos y luego refugiarme en la ensenada de tus playas. Logré sumergirme y explorar tus tibias profundidades, para jugar al buzo de pesca en tu coral embrujado y capturar las caracolas doradas que emiten el eco de tus ansias, tus suaves murmullos, y tus tenues gemidos. Pude romper tus olas, para navegar en tus mares, y descubrir las islas donde escondes tus tesoros, y alcancé a saborear la sal húmeda de tus espumas, alcancé a pastorear el cardúmen vivaz de tus sonrisas, y perseguir encantado los pececillos esquivos de tus besos. Me propuse un día, atracar en tu puerto, para poner en orden la bitácora de mi vida, y poder restañar mis heridas, y renovar mi estropeado velamen, para luego hacerme a la mar de nuevo ¡y no pude! Tiempo después, Quise levar anclas y abandonar tu puerto

Felix Molina Flórez

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El retorno Por: Felix Molina Flórez Tu llegada allí es tu destino C. Cavafis Antes de suicidarse Ulises tomó su moto y recorrió Valledupar. Seguramente quiso sacarse de la cabeza la idea de matarse, pero el hecho de que descubriera que Marcela, su mujer, había salido del Motel Puerto Rico con un tipo alto y medio encorvado, era una razón suficiente para pegarse un tiro o colgarse de una correa. Se levantó de la cama. Luego de pensar en lo doloroso que sería para él superar esa crisis, supo que nada en la vida volvería a ser como antes. Tomó su RX 115 y fue a la avenida Simón Bolívar. Observó algo absorto, cómo el neumático delantero recorría la superficie del asfalto y esquivaba los huecos, mientras algunos enormes árboles parecían perseguirlo. Pensó, en ese instante, que muchas veces él fue como ese neumático en las curvas de Marcela. Recordó también, cómo sus manos patinaron más de una vez sobre los senos de su mujer, a la que ahora creía malvada. Frenó y esperó a la

Martín Salas Ávila

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De DATOS DEL INFELIZ Cartagena: 2009 (Plaquette preparada para los festivales de poesía de Venezuela y de Cartagena de Indias)  Ya no juego a ser el vagabundo que alguien levanta del suelo:lo baña, le corta las uñas y lo ama un fin de semana.   Uno olvida esos juegos; nadie es capaz de condolerse por un vagabundo cuarentón. Si de joven amenazaba con matarme, cualquiera se preocupaba.   Ya no se es Kurt Cobain, él murió joven y seguirá joven, en un viejo cassette, en marrón, en un patio oscuro del barrio Manga.   Difícil tarea ésta, (a de decir que todo es insalvable; ahora que el famogal es mi nueva compañera, ahora cuando tengo dificultades para agacharme y recoger del suelo este poema.    SEGUNDO Uno se recuerda recibiendo una medalla, con camisa amarilla. Celebrando un gol de Brasil. Entrando por primera vez al segundo a. Imitando a Chaplin. Perseguido en una madrugada, matando a quien debía morir. Uno se recuerda en un papelito escrito por