RICARDO VERGARA CHÁVEZ
Signos
ni la palabra que nombra lo perpetuo
otra fuente de donde vienen los colores
el amor y la muerte
la piedra que ha viajado con el polvo
nos recuerda el barro que hemos sido
/sin nombrarnos
en otra parte está la luz
alguien lo sabe
y la toca desde el aire.
Poema de las preguntas
¿Somos eso que teje el tiempo
u otro tiempo?
¿El instante de la luz, su transparencia,
o la travesía de un dios asediado
y vencido por su peso?
¿O continencia donde conviven
/la razón y el sueño?
¿Por qué fue nuestra la voz
y nunca el vuelo
habiendo añorado ser altura?
Existo entre preguntas
sin saber de aquel misterio.
Un niño baja por el tiempo
toca la piel que fuimos,
sombra ahora en la tarde
o luz quemándose.
Mientras los de ayer
acampamos en una estación lejana,
el niño toca adentro;
juega con el barro oscurecido
en el fondo de todos los enigmas.
Nosotros somos naturaleza que maltrata
somos, su continuidad
y silencio.
El fuego sueña sus cenizas
El fuego sueña sus cenizas
y arde por verse en ellas disipado.
Igual la vida apura a la muerte
en círculos de culminaciones e inicios
Nombramos lo que ayer fuera
sin sospechar que persiste en nosotros renovado.
¿Será así hasta lo eterno
el culminar y el principio,
o ya hemos culminado
y nos afecta sólo el reflejo de haber sido?
La constante incertidumbre
Nos convoca una materia antigua abisal y eterna,
lo desconocido,
ramificados caminos, y una barca siempre a
/punto de zarpar.
Ayer apenas
estuvimos festejando la luz derramada sobre
/el mundo
y ya queremos partir
sin haber visto la tarde
ni a los corceles del sueño paciendo en la llanura.
Algo nos empuja hacia lo innombrable,
hacia la constante incertidumbre.
Hay una ciudad en mí
Hay una ciudad en mí
llenándome los ojos y el alma,
la siento como un crío, reclinada
en el pecho inmenso de la tierra.
Hay una ciudad
con un destino extraño
y un puerto buscando el mar
como soñando una barca.
Compadecen sus calles que se curvan
recordando en círculos el ritmo de otro tiempo.
En ocasiones la ciudad es un grito.
En otras apacible, como animal dormido,
deriva tierna para el que sueña
o busca un camino.
Tacto en ella mi piel
lamiendo una sal hundida
en seres que comulgan
o fulgen como conchas emergidas
de un mar profundo.
Soy la ciudad padeciendo
rostros que se miran
sin tocarse,
herrumbre de estos días
pedazo que parte.
Dios
Debe ser duro
cargar con tantas culpas
habiendo estado ausente.
Infancia
En la infancia
vivimos suspendidos en un aire ubicuo
como algo que no alcanza a ser
pero acontece.
Asistidos por enigmas
palpamos todo
bebemos todo
procurando una señal
o el resplandor que nos guíe
en la orfandad.
Entonces
nos rebasa el mundo de lo ignoto.
Después zarpamos
buscamos otras aguas
y en la ebriedad del mar que es la vida
nos hallamos con la muerte.
Desaparecidos
Los ojos que le vieron la última vez
raudos también desaparecieron.
Margen
Que de nosotros
quede el silencio
lo otro
-si no alcanza a ser un canto-
seria un estorbo para el mundo.
A Mirlena Martínez
El artificio que miras no es la vidani la palabra que nombra lo perpetuo
otra fuente de donde vienen los colores
el amor y la muerte
la piedra que ha viajado con el polvo
nos recuerda el barro que hemos sido
/sin nombrarnos
en otra parte está la luz
alguien lo sabe
y la toca desde el aire.
Poema de las preguntas
¿Somos eso que teje el tiempo
u otro tiempo?
¿El instante de la luz, su transparencia,
o la travesía de un dios asediado
y vencido por su peso?
¿O continencia donde conviven
/la razón y el sueño?
¿Por qué fue nuestra la voz
y nunca el vuelo
habiendo añorado ser altura?
Existo entre preguntas
sin saber de aquel misterio.
Un niño baja por el tiempo
A Justiniano Arrázola
Un niño baja por el tiempo,toca la piel que fuimos,
sombra ahora en la tarde
o luz quemándose.
Mientras los de ayer
acampamos en una estación lejana,
el niño toca adentro;
juega con el barro oscurecido
en el fondo de todos los enigmas.
Nosotros somos naturaleza que maltrata
somos, su continuidad
y silencio.
El fuego sueña sus cenizas
El fuego sueña sus cenizas
y arde por verse en ellas disipado.
Igual la vida apura a la muerte
en círculos de culminaciones e inicios
Nombramos lo que ayer fuera
sin sospechar que persiste en nosotros renovado.
¿Será así hasta lo eterno
el culminar y el principio,
o ya hemos culminado
y nos afecta sólo el reflejo de haber sido?
La constante incertidumbre
Nos convoca una materia antigua abisal y eterna,
lo desconocido,
ramificados caminos, y una barca siempre a
/punto de zarpar.
Ayer apenas
estuvimos festejando la luz derramada sobre
/el mundo
y ya queremos partir
sin haber visto la tarde
ni a los corceles del sueño paciendo en la llanura.
Algo nos empuja hacia lo innombrable,
hacia la constante incertidumbre.
Hay una ciudad en mí
Hay una ciudad en mí
llenándome los ojos y el alma,
la siento como un crío, reclinada
en el pecho inmenso de la tierra.
Hay una ciudad
con un destino extraño
y un puerto buscando el mar
como soñando una barca.
Compadecen sus calles que se curvan
recordando en círculos el ritmo de otro tiempo.
En ocasiones la ciudad es un grito.
En otras apacible, como animal dormido,
deriva tierna para el que sueña
o busca un camino.
Tacto en ella mi piel
lamiendo una sal hundida
en seres que comulgan
o fulgen como conchas emergidas
de un mar profundo.
Soy la ciudad padeciendo
rostros que se miran
sin tocarse,
herrumbre de estos días
pedazo que parte.
Dios
Debe ser duro
cargar con tantas culpas
habiendo estado ausente.
Infancia
En la infancia
vivimos suspendidos en un aire ubicuo
como algo que no alcanza a ser
pero acontece.
Asistidos por enigmas
palpamos todo
bebemos todo
procurando una señal
o el resplandor que nos guíe
en la orfandad.
Entonces
nos rebasa el mundo de lo ignoto.
Después zarpamos
buscamos otras aguas
y en la ebriedad del mar que es la vida
nos hallamos con la muerte.
Desaparecidos
Los ojos que le vieron la última vez
raudos también desaparecieron.
Margen
Que de nosotros
quede el silencio
lo otro
-si no alcanza a ser un canto-
seria un estorbo para el mundo.
Ricardo Vergara Chávez Nació en Las Piedras, municipio de Toluviejo, el 7 de febrero de 1954.Entre esta población y el coregimientoento de Albania en el departamento de Sucre, trascurren sus primeros años. En Albania estudia la prima ria. En Sincelejo, donde reside desde 1970, hizo estudios secundarios en el Instituto Nacional Simón Araújo y luego ingresó a cursar estudios superiores de Español y Literatura, los cuales no concluyó,
Formó parte del Círculo de Poetas y Escritores Noveles de Sucre y de la revista literaria Expresión Naciente. Miembro fundador del Centro Artístico de la Universidad de Sucre, y de la Unión de Escritores de Sucre. Ha hecho posible, junto con otros escritores, eventos como: Segundo Encuentro de Escritores de la Costa, 1983; Encuentro de Escritores de Sucre y Encuentro de Escritores del Caribe. Entre sus ejecuciones como gestor pueden citarse: primera edición del libro El ritual de los espejos (cuentos), de Oyden Madera J.; El portal de Alicia (poesía), de Roberto Estrada Navarro; y en esfuerzos compartidos con la Unión de Escritores de Sucre, la segunda edición de Señales y garabatos del habitante (ensayos y poesía), de Héctor Rojas Herazo; primera edición de La casa entre los árboles (poesía), de José Ramón Merca do Romero; y la Antología del cuento sucreño, de Ignacio Verbel Vergara; además de su contribución con el proyecto de Voz y voces de la poesía sucreña, auspiciado por el Fondo Mixto de Promoción de la Cultura y las Artes de Sucre.
Comentarios
Juan Manuel Roca