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Mostrando entradas de mayo, 2016

Se necesita un escritor

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Por Gabriel García Márquez No sería capaz de escribir un telegrama de felicitación ni una carta de pésame sin reventarme el hígado durante una semana. Para estos deberes indeseables, como para tantos otros de la vida social, la mayoría de los escritores que conozco quisieron apelar a los buenos oficios de otros escritores. Una buena prueba del sentido casi bárbaro del honor profesional lo es sin duda la nota que escribía todas las semanas. Esta servidumbre me la impuse porque sentía que entre una novela y otra me quedaba mucho tiempo sin escribir, y poco a poco como los peloteros iba perdiendo la calentura del brazo. Más tarde, esa decisión artesanal se convirtió en un compromiso con los lectores, y hoy es un laberinto de espejos del cual no consigo salir.

La naturalidad del discurso

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Por: Juan Manuel Parada Escribir es reescribir. Donald Murray ¿Imaginas los Doce Cuentos Peregrinos firmados por Cortázar o los Cronopios y Famas por García Márquez? Ambos son escritores de gran talla, influyentes, creadores de una prosa poderosa y distintiva, forjada en un estilo natural, nítido, libre de vana retórica. Su éxito como escritores se basa en lo único de sus estilos, sin duda poseen influencias de otros autores (¿quién no?) pero el hallazgo de sus obras radica en lo personal de sus voces y en la eficacia para contar historias. Contrario a una prosa natural, tenemos la artificiosa. Como principiantes tendemos a caer en la “imitación de estilos” o peor aún, en el juego del lenguaje “culto”, atiborrando la historia que contamos con palabras rebuscadas o frases altisonantes que más allá de dejarnos muy mal con el lector, apocan cualquier posibilidad que tenga la trama.