Gabriel García Márquez Me pregunto qué fue de ella. La conocí en Viena hace 28 años, comiendo salchichas con papas hervidas y bebiendo cerveza de barril en una taberna de estudiantes latinos, y se hubiera dicho que era la única austriaca legítima en la mesa, no sólo por su suculenta pechuga otoñal, sus lánguidas colas de zorros en el cuello del abrigo y el acento de quincallería con que hablaba un castellano primario. Pero no: había nacido en Armenia -la de Colombia- y se había ido a Austria muy joven, entre las dos guerras, a estudiar música y canto.