Juan Gelman
Yo no sabía...
Yo no sabía que no tenerte
podía ser dulce como nombrarte
para que vengas
aunque no vengas
y no haya sino tu ausencia
tan dura como el golpe
que me di en la cara
Opiniones
Un hombre deseaba violentamente a una
mujer,
a unas cuantas personas no les
parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía
mal,
un hombre deseaba ardientemente la
Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del
mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
Oración
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta
estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus
pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el
palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros,
sus pedazos.
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy
enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes
desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Sefiní
basta por esta noche cierro
la puerta me pongo
el saco guardo
los papelitos donde
no hago sino hablar de ti
mentir sobre tu paradero
cuerpo que me has de temblar
Opiniones
Opiniones
Un hombre deseaba violentamente a una
mujer,
a unas cuantas personas no les
parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía
mal,
un hombre deseaba ardientemente la
Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del
mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
¿Cómo?
¿Cómo sabe Andrea que la poesía no
tiene cuerpo,
no tiene corazón y
en su hálito de niña pasa o puede
pasar
y habla de lo que siempre no habla?
En la boca cuaja el mundo y a la luz
de pasados que Andrea ignora para
nunca,
su memoria es una casa nueva donde
otros rostros vivirán
y otros atardeceres, otros llantos.
Mejor así. Todo lo que se hunde
ahora, este tiempo que se disuelve,
serán para ella páginas amarillentas
olvidables.
Un día sabrá que existieron como ella
misma,
entre lo imaginado y lo real.
¡Ah, vida, qué mañana cuando termines
de escribir!
Viajes
Va a sus versos como quien va a su
cueva.
Conoce a Telémaco, pero tiene
urgencias oscuras, no griegas.
Penélope jamás le tejería un pulóver,
mucho menos se lo destejería.
Los amores de Príamo y Ariste lo
tienen sin cuidado.
Aun así escucha címbalos y otras
aventuras aéreas
que lo rodean como un destiempo, un
deshogar.
La luz de las estrellas lo baña por
ajena casualidad del universo.
De sus huesos caen hojas secas
que él contempla con estupor.
Tiene sangre, cada mañana lo golpean
cuando viene del sueño.
Está desnudo y tiembla. Mira lo que
no es.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 - México, D. F., 14 de enero de 2014) fue un militante revolucionario, periodistaargentino y poeta, considerado entre los más grandes de habla hispana
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