Antonio Gamoneda

Viene el olvido
La luz hierve debajo de mis párpados.
De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas musicales, surge una
tempestad. Desciende el llanto a las antiguas celdas, advierto látigos vivientes
y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.
Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los insectos en las bujías del
amanecer. Así
arden en mí los significados.


Amor
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

Viene el olvido
La luz hierve debajo de mis párpados.
De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas musicales, surge una
tempestad. Desciende el llanto a las antiguas celdas, advierto látigos vivientes
y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.
Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los insectos en las bujías del
amanecer. Así
arden en mí los significados.

Sin razón
He interrogado hasta el amanecer al pozo
de las preguntas. Es mentira que el corazón
sepa decirse mejor en esa sombra.
He interrogado a la memoria y al camino,
y al cielo turbio que coagulaba dudas.
Pero no bastaba crecer en los escombros
del verbo, ni formular la cicatriz reciente.
Un paisaje de puertas: entran y salen
las mascarillas de la muerte. Un paisaje
de paredes que respiran, de paredes
taladradas por sus ojos insomnes.
Busca inútilmente
el rostro y su verdad, para que el miedo
aprenda a descifrar más despacio los pasos.
Una respuesta bastaría para narcotizar
la angustia, o el sopor de ser
gota a gota un espectro.
Buscas las piezas del puzzle
que faltaban, amontonas los trozos
pero se quedan fuera los detalles.
Una respuesta sólo bastaría...
Pero en los pasillos de la noche
sólo escuchas ese ruido de pies
acostumbrados a arrastrarse
hacia los desiertos.


Antonio Gamoneda (Oviedo, 30 de mayo de 1931) es un poeta español, distinguido con el Premio Cervantes en 2006. Escritor autodidacta, aunque asturiano de nacimiento, ha vivido desde los tres años en León, ciudad y entorno geográfico en el que se ha desarrollado su existencia y ha madurado su obra.1 Por su fecha de nacimiento se le ha relacionado con el llamado "grupo poético de los años 50".

Comentarios

Entradas populares de este blog

SIQUIERA SE MURIERON LOS ABUELOS

Lindantonella Solano

Jorge Artel