André Breton


NO HA LUGAR

Arte de los días arte de las noches
La balanza de las heridas que se llama Perdona
Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro
Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos vacías
Empujan sus carros de vapor sobre los prados
Veo esa balanza sin cesar enloquecida
Veo el ibis de bellos modales
Que regresa del estanque atado en mi corazón
Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles
Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos
Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar
Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida
Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos
Toma los latidos de todas las pestañas
Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las marionetas
y de las gotas de agua
Arte de los días arte de las noches
Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de terror
Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen a
intervalos regulares
Semejantes a las lluvias que amaba
Cuando hacía tan buen tiempo
«La ira de Dios» es el nombre de un cabaret al que entré ayer
Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas
Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales
Son demasiado hermosas para tener miedo
Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas
Nunca el cielo siempre el silencio


UN HOMBRE Y UNA MUJER ABSOLUTAMENTE BLANCOS

En el fondo de la sombrilla veo a las maravillosas prostitutas
Con su vestido un poco ajado junto al farol color de los bosques
Se pasean con un gran pedazo de papel mural
Como no se puede contemplar sin que se oprima el corazón
los viejos pisos de una casa en demolición
O una concha de mármol blanco desprendida de una chimenea
O una red de esas cadenas que detrás de ellas se enredan
El gran instinto de la combustión se apodera de las calles
donde ellas permanecen
Como flores asadas
Los ojos levantando a lo lejos un viento de piedra en los espejos
Mientras se abisman inmóviles en el centro del torbellino
Nada iguala para mí el sentido de su pensamiento desaplicado
La frescura del arroyo en el que sus botines mojan la sombra de su pico
La realidad de esos puñados de heno cortado en donde desaparecen
Veo sus senos que ponen una punta de sol en la noche profunda
Donde el tiempo de inclinarse y erguirse es la única medida
exacta de la vida
Veo sus senos que son estrellas sobre olas
Sus senos en los que llora para siempre la invisible leche azul

EN EL HERMOSO MEDIODÍA DE 1934

En el hermoso mediodía de 1934
El aire era una espléndida rosa color salmonete
Y el bosque cuando yo me disponía a entrar comenzaba por un árbol
con hojas de papel de fumar
Porque yo te esperaba
Y si tú te paseas conmigo
Por donde sea
Tú boca es intencionadamente el tizón
De donde surge sin cesar la rueda azul difusa y rota que asciende
Para palidecer el rodal
Todas las ilusiones se apresuraban a mi encuentro
Una ardilla vino a aplicar su blanco vientre sobre mi corazón
Yo no sé como se mantenía
Pero la tierra estaba llena de reflejos mas profundos que los del agua
Como si el metal hubiera por fin sacudido su cáscara
Y tú tendida sobre el horroroso mar de pedrería
Girabas
Desnuda
En el enorme sol de fuego artificial
Yo te veía descender lentamente por los radiolarios
Incluso las conchas del erizo del erizo yo estaba allí
Perdón yo no estaba allí
Había levantado la cabeza pues el vivo estuche de terciopelo blanco me
había abandonado
Y estaba triste
El cielo entre las hojas resplandecía hosco y duro como una libélula
Yo iba a cerrar los ojos
Cuando los dos tabiques del bosque se habían bruscamente separado
cayeron
Sin ruido
Como las hojas centrales de un lirio inmensos
De una flor capaz de contener toda la noche
Yo estaba donde me ves
En el perfume tocado al vuelo
Antes de que volvieran como cada día a la vida inconstantes
Tuve tiempo de descansar mis labios

En tus muslos de cristal

André Breton (Tinchebray, 19 de febrero de 1896 - París, 28 de septiembre de 1966), escritor, poeta, ensayista y teórico del Surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento artístico.

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