María Antonia Guerra Vergara
CANTO A CALAMARÍ
Ardor de trópico eras,
Calamarí
—antes de tu forjada
historia—
Susurro entre icacos y
tibias aguas.
Arena argentada
y encaje caprichoso de espumas
cuando
era noche de luna plena.
Calamari:
tus amaneceres los acompañaban
cantos
inéditos de gaviotas,
aves
que al besar las olas legaban el brillo
de
su plumaje iluminado
Mientras
que los pescadores,
con
rostros transfigurados,
procuraban
el sustento.
En
Junio, y frente a un centelleante rojo de ocaso,
los
cangrejos realizaban procesiones al filo de la tarde.
Y
las indias mokanaes cantaban mientras preparaban la chicha.
Rasgó
la calma paradisíaca de las playas
gritos
de poder, fulgor de armas.
Acentos
de lejanas tierras irrumpieron, tomándote.
¡Ay!
Cobra otra fuerza la historia de tu tierra, ¡Calamari!
**
HABITANTES CONVENTUALES
Las
Mariamulatas* son almas de alas negras,
huéspedes
sinceras
del
Convento de San Diego*.
Sus
nidos en el aire vuelan
hacia
árboles del patio.
Sus
cantos no hieren lienzos,
no
acallan la música
ni
atentan contra ritos en el proscenio.
Caminan
con las musas entre arcadas
y
saben del color azul,
el
imán de sus sonidos.
Tienen
palco sobre ramas,
disfrutan
de danzas sensuales
y
de actores que se deslizan,
Entre
el drama y la comedia.
Son
únicas, escuchan coros matinales y vespertinos
de
monjes recoletos,
Todavía
descalzos, en el cielo.
Yo
siento que perciben el viejo tañer de campanas
y
están atentas a la voz de tambores,
que
hoy fraternizan con violines.
No
necesitan de maestros del arte,
Dios
las ha graduado de belleza y coraje
para
defender la poesía de su territorio,
por
eso no gustan de piratas.
Anidan
en la paleta del pintor,
regalan
plumas al poeta
y
posan desnudas ante el escultor-
en
el sagrario de su corazón.
Con
su negrura brillante tornasolan las plumas del sol.
Conocen
de memoria las paradojas de los hombres
y
son groseras cuando picotean el dolor de nuestra sangre.
Ellas
se enorgullecen de su gracia bautismal.
Y
no les importa que también las llamen Mariazambas.
Se
sienten reinas
y,
un amor de lengua caribe les dice:
“¡Qué vivan mis Mariamulatas, caramba!”
***
PATIO – PARQUE DE SANTO
DOMINGO
Busco
el halo del patio.
¿Estará
en la noche? ¿En la brisa inodora?
¿En
la geometría exhibida de las hojas?
Umbral
secreto, en mis oídos, me percato del sonar andariego
de
hormigas laborando bajo hojas secas de almendros.
Voces
infantiles y ladridos jueguetones pululan en la memoria del
/ambiente.
En
cercanos siglos: huerta dormida y cementerio,
donde
el viento leyó epitafios en noches relampagueantes.
Un
eco visible en cada claraboya
deja
entrever vitrales coloridos de luna, entre los ramajes.
A
ratos la lluvia se sienta sobre bancas cementadas.
Gajos
de trinitarias se asoman por las rejas,
inhalan
el aroma de mariscos sazonados
y
sienten que los cocheros apagaron los faroles de sus coches.
El
patio guarda un misterio que no descifro frente a su noche.
Colgaré mi hamaca finzenú* entre las ramas del
árbol de caucho
/centenario;
sus
raíces aéreas acariciarán mis sienes
y
se deslizarán sobre ellas, gotas de lluvia
que
caerán como llanto de alegría sobre mi cuerpo desnudo.
Cuando
el brazo alabastrino de la aurora, retire el halo del patio,
yo
tendré una evidencia:
una
hamaca llena de semillas aladas
que
se convertirán en amigables mariamulatas* bulliciosas.
¡Laudes
para esa regia mañana!
****
COLECTIVA ARTÍSTICA
EN LA CASA DE ESPAÑA
¡Brotes de música
salerosa!
¡Blancos
copos floridos: relieve arbóreo en el patio!
Emergieron del aljibe trinos que Lourdes bordó sobre el
teclado.
Palmeras,
damas presurosas, suben bulliciosas las
escalinatas
y
se asoman en los balcones con sus dedos largos,
dedos
verdes apoyados en los barandales.
Plantas
ornamentales perfuman las espaldas de los artífices.
Un
apóstol del siglo XX
riega
con incoloro incensario palabras
benditas:
fragmento
de la carta papal a los artistas.
Fauces
broncíneas, empotradas, arrojan al ruedo
danza
verde, verde agua, por los paredones.
Airosa
y felina, una dama interpreta…
pases flamencos de “El Gato Montés”.
Tomado de: http://lacalvarialiteratura.blogspot.com/
María
Antonia Guerra Vergara. Nació en San Benito Abad (Sucre), el 24 de
diciembre de 1951. Desde hace muchos años está residenciada en la ciudad de
Cartagena. Poeta, narradora, dramaturga, ensayista y corista.
Es
licenciada en Trabajo Social de la Universidad de Cartagena con especialidad en
Gestión Social. En la Universidad de Panamá en Panamá, estudió Licenciatura en
Bellas Artes con especialidad en Arte Teatral. Ha estado vinculada a varias
universidades locales y extranjeras en la dirección de Coros y en la dirección
teatral También se desempeñó como Coordinadora de Cultura del departamento de
Bolívar. Muchos de sus escritos se encuentran publicados en periódicos y
revistas, en físico y en Internet.
Ha
participado los últimos Parlamentos de Escritores y como miembro de la
Asociación de Escritores de la Costa ha estado vinculada al Taller de
Literatura Yngermina.
Biografía tomada de: http://escritoresdelcaribe.blogspot.com
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