Daniel Guevara Prada


Si a mi vida…

Si a mi vida y razón la vencen los años,
Existirá un mañana en el que no haya un verso para ti,
Entonces serán éstos, plasmados hasta el último hoy,
Quienes te cuenten de mis alegrías, y tormentos, pasados.

Y al andar por estos senderos inventados
En recuerdos que el tiempo hayan malogrado
Vivencias tienen que existir,
Veras entonces aquel arbolillo en donde aguardaba
Y recostados a él en mi pecho te recogías,
Ahí deberá estar ese gigante verde que se agrieta como yo,
Más por vida que por muerte.

Y como tu paso tiempo, en añoranzas vivo,
Reclamando siempre el abandonado abrigo,
Sin apaciguar el olor a añejo vino que el aire esparce,
Esas horas en días y éstos en años pasados,
Fueron ya inquietos momentos de sufrimientos y desconsuelos,
De gestas de colibrí confesor de las rosas en jardines coloridos,
Que no han dado más que un pensamiento ido, cansado de esperarte.

Áurea serenata
Creo en ti.
Y sí creerte me aplaca esta tormenta,
Fría e interminable sentir de tus afectos alhelí,
Esperaré aferrado a los recuerdos mientras abres tu ventana.
Serenata bajo lluvia en verano,
A qué gotas enamoran los compases de tus notas,
Bajo las suspicaces miradas del mariachi en acoso,
Un galán que enamorado, pide de sus cantos margaritas.

Qué velos cubren en la piel de tu alma amena,
Los surcos de mi distinguida flor en la siembra meridional,
Y cuántas promesas santas se arrodillaran en la arena,
Saldando en sus cascajos la mísera tacha del amor condicional.

Por ti mujer esperare en esta noche, que el sol salga,
Que su luna magnánima y compañera de mis manejes,
Languidezca en transparencias perdonables ante el alba
Y por siempre el buen vino servido acompañe los manjares.

Amantes

A imagen y semejanzas me recreaste,
Apostado en el entrañable y ciego camino del albedrío,
Con una mirada de tus ojos, negado a un lado me eché;
Libre en las quimeras de los sueños que me dejaste.

Y llegué descalzo una y otra vez
Buscando realidades en los latidos de tu esencia,
Depositándote lo que fui en pasada estancia,
En busca de esa perla que adornara tu esbeltez.
Como arena al paso del viento amigo,
Crece en mí la esperanza desierto de fidelidad,
Trascendido cual gota de sudor de tierra en verano,
Devuelto en lluvias que calman la sed de tu inmensidad.

Así me duele de bueno este sentimiento,
Compasión ¿Por qué? si las llagas no sangran,
Hoy son huellas de un destino que optó mi paso,
Que aún en desespero en la piel del alma se labran.

Tras de tu tiempo mi tiempo, y en él,
La luna dibuja la silueta sombra color plata,
Y con esmero guarda al alba su adornado anaquel,
Una iluminada santa morena que en regocijo canta.

Aún negado me postraré a tu lado,
A cambio recibo la mirada de tus ojos miel,
Siempre fidedigno de ser el rojo clavel,
Del amor sincero por Dios regalado.

Peregrino amor

Marrulleras cintas coloridas entre cristales,
Soles y sombras de un recuerdo furtivo,
Ay penas de amor que recorren fervores,
Luz de la tea encendida en la llama de su propio olvido.

Y te idearé realidad de mi propio polvo,
Aliento incensado en las huellas de tus pasos sobre la arena,
Fuente cristalina de imaginero mortal enamorado,
En elegías bendecidas por tu naturaleza viva.

Ufana estampida que precipitas al manantial,
Cuántos fondos en el alma y en mi recuerdo han tatuado,
Tu hermosa talla con alas de figura campal,
Y mis fulgores de ansias yagas en un campo florecido.

Que sentenciado sin causa y por motivo tuyo,
Aguarda en silencio el dolor de tu gloria divina;
Cual árbol frondoso sus sombras brinda al leñador sufrido,
Y por designio recibe el letal hachazo que lo elimina.

Yo confeso
Soy,
Convicción de lo que te amo,
Un exquisito susurro en la hora perfecta,
Que entrega al amanecer la sombra.

Tu inquietud delante de mi presencia,
Magos velos la esconde detrás del camisón de seda,
Sobre la piel de tu espera,
Soy fuego en dicha ausencia perversa.

Pasión de amor que aviva las historias,
Que permite el reconcilio al soplar la cándida vela;
Dentro del tintero las letras quedan
Y sobre líneas en el papel la guillotina condena.

Soy,
Tu reo, indómito alcaraván que en tu jaula ve el mundo,
Un corazón vagabundo que por destino,
Cual nazareno absolvió las culpas,
Intentando manchar tú vino con mis alas.

Entre el oscuro y claro que guardan las manchas,
Quién entiende al sufrimiento,
Siendo Rey me coronas con espinas,
Y pecador me bañas con tu aliento.

Amura

Desearía que fueras
La rosa que no muere al brindarse,
Un cristal encendido sobre el manto avasallador
Del amor que al cabalgar no sucumbe,
Que desafía a serafines y calman sus faenas
Y huye de las algarabías que entristecen el furor.

Un templo en celebración,
Nórdica luna pretendida que se pierde
Entre picaros secretos furtivos de un sillón,
Guardián del ondulante camino que al cielo esconde;
Entre tus frutas, dos fresas en mis labios se desvanecen.

Costillita de aciagas esperas,
Reclamo de bonanzas en tiempos mortales,
Lates en mí y te alimentas sin prisas, sin carreras
Cual arco iris quien puede levanta raíces;
El floreo inicia y el vals apura nuestros pasos.

No importa amor si las puertas se cierran,
A lo sumo quien existe muere algún día;
La vida en sacrificio apuesta a pagos con sangre su punzón,
Siendo risas la unción derramas sobre la piedra
Y los cabros tras la voz en el monte berrearan.

Daniel Antonio Guevara Prada.  Tamalameque 21 Julio de 1961, estudios en licenciatura en ciencias físico matemáticas de la Universidad Tecnológica de Magdalena, con especialización en Didácticas de las matemáticas.  Actualmente pensionado del Magisterio

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Hermoso poema, me encanto.

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