Alvaro Maestre García
MI MADRE.
Mi madre no fue de lavadora,
fue de cepillo y manduco.
No fue de Frezzer para carnes,
fue de carne ahumada en la varita,
(en esos días de carnes, tan escasos);
no fue de neveras ni de termos,
fue tinaja y calabazo para el agua,
mi madre fue de tacán y atizamientos
de astillas de brasil o tananeo,
fue de plancha directa a la candela,
de almidones a falta de soflán
(recuerdo que el rociado de la ropa
a falta del spray, era bucal).
Mi madre fue de tinto con panela,
de sal en granos molida por la piedra,
de maíz sancochado y de molino
y no conoció la Harina Pan
mi madre fue de método directo,
de rejo y coscorrón para el respeto
y ninguno de los doce vástagos que tuvo
sufrió trauma,
(Spock y sus
teorías sobre la crianza,
se embromaron con el método de Ia)
Mi madre derrotó aquella sentencia:
“Tarde o temprano su radio será un Phillips
y Murcia se lo vende en la Calle de Jesús”,
(tuvo un Sanyo tardío y de Maicao).
Mi madre fue de sen o fue de paico
a la mínima alteración estomacal
fue de Sal de
Glauber o Sal de Epson
al mínimo asomo de un furúnculo,
fue de
Cholagogue o fue de quina
a la pernicia de una fiebre reincidente
y fue de gualanday y de amargón
como guía correccional para la sangre.
Mi madre pudo izar a doce hijos
con toda la penuria que conlleva
renunciar a cualquier comodidad.
Mi madre fue de bolsa en los sostenes
para los pocos pesos de manejo,
no de dinero plástico o chequeras
(nunca estuvo repleta dicha bolsa
por la mengua acostumbrada de esos tiempos).
Fue mi madre de agujas y dedales
para el parche del fundillo o la rodilla
pues la Singer de pedal fue inalcanzable.
Cuando el cáncer heredado la redujo
mi madre, aun joven, nos decía
que nada era tan bueno en esta vida
como ser honesto y buena gente.
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Álvaro maestre García.
Un abrazo