Eloy Eduardo Pereira Bossio
ASÍ
TE ESPERÉ
Yo
te esperé con mis brazos extendidos
hacia
el infinito de los puntos cardinales
para
ir al encuentro lejano de tus besos.
Y
mis brazos, que agitaron tu bandera,
aún
están vacíos.
Y
mis manos, que empuñaron tu calor,
aún
siguen lánguidas y frías.
Te
esperé para sembrar mi amor en tu boca
y
masticar con tus dientes y los míos
la
espesa saliva del rencuentro.
Y tu
boca, que alentaba mi alegría,
hoy
me niega tu sonrisa.
Y tu
boca, que llenaba mi esperanza,
hoy
me niega las palabras.
Yo
te esperé aunando a todo lo que ansío.
Como
cántaro de barro, llenarme
con
la miel de tus encantos,
como
agitado sueño, sosegarme
con
el roce de tus senos,
como
tierra sin arado, abrir
surcos
en tu cuerpo,
como
noche silenciosa, alegrarme
con
los trinos de tu risa,
como
flores salvajes, respirar
el
aroma de tu piel.
Así
te esperé, con los ojos cerrados,
como
ave nocturna en su ciego vuelo.
Así
te esperé, en la plenitud de los soleados días
iluminados
por la luz de tus pupilas.
Ha
sido tan larga la espera
como
tan largo tu olvido.
ARCHIVO
DE RECUERDOS
Ya
archivé todos los recuerdos.
Son
muchos, casi no caben en el baúl de mi cerebro.
Pero
allí están, apretujados como sardina en lata.
Los
que no cupieron se quedaron en la punta de la lengua
y me
llenan la boca de mariposas voladoras.
Encuban
sus huevos entre mis dientes
y
experimentan su metamorfosis.
Los
tengo de variados colores y sabores:
unos
grises,
unos
blancos,
unos
descoloridos.
Unos
dulces,
unos
amargos,
unos
insípidos.
En
fin, son parte de mi compendio de la vida.
A
veces abro sus hojas envejecidas,
a
veces prefiero olvidarlos,
a
veces quisiera destruirlos.
Sí,
a dentelladas furiosas, asesinarlos.
Deglutirlos
como una ensalada
de
frutas podridas: ¡con asco!.
Pero
me asiste una duda:
¿Será
qué los recuerdos hacen
más
daño en el estómago que en la memoria?
CAMINAR
PENSANDO Y PENSANDO PARA CAMINAR
Los
caminos no se construyen sino haciéndolos
rompiendo
surcos, escalando montañas,
atravesando
áridos desiertos,
superando
obstáculos,
calmando
la sed
bebiendo
del
vaso
de
la vida.
Los
caminos se abren con tu paso decisivo
dejando
luces con huellas constructivas,
llevando
el compás con los demás,
apurando
a los de atrás,
cocinando
ideas
con
certera
voluntad.
Caminar
no significa transitar sin rumbo fijo,
sin
brújula y sin norte hacia donde llegar,
sin
la guía de tu cerebro para pensar.
Caminar
es andar pensando
y
pensando para
caminar.
Cuando
vayas a caminar, si no lo estás haciendo ya,
saca
de tu viejo baúl los dogmas que te impiden avanzar,
refresca
tu mente con nuevas convicciones,
aviva
tu alma con mejores reflexiones,
que
el pasado sólo es eso:
pasado
que
se
va.
Llénate
de coraje, que lo vas a necesitar a cada paso que das.
Si
tienes dudas, detente al caminar, vuelve a pensar,
considera
la nueva marcha que has de tomar.
No
te intereses en los retrasos del tiempo
ni
de la ruta extenso que tienes que transitar.
Reinicia
tu senda que no siempre
el
que llega primero
es
el primero
en
triunfar.
TIEMPO
SIN OLVIDO
Aún
te diviso desde lo lejos del tiempo
del
tiempo que se congela en la memoria
que
se fija en el recuerdo y permanece como inmóvil
cual
si fuese un astro matutino de ciclo fijo
de
diarios nacimientos de llamas ardientes
que
iluminan radiantes los recuerdos.
Te
veo venir envuelta en tu coraje juvenil
serenamente
andando sobre las puntas de tus pies
tarareando
una vieja canción que me aprendí
y
sólo basta un beso tuyo para sofocar mi desespero
enredándome
sagaz entre tus risas y tus cabellos.
Nacíamos
en cada nacimiento de la noche
crecíamos
en cada amanecer de un nuevo día
y
nos agigantábamos pensando en el regreso
para
volvernos a encontrar de amor sedientos
volviendo
a nacer con renovado aliento.
Para
convencernos con palabras no sobraba el tiempo
hablaban
nuestros besos prolongados en silencio
conversaban
las manos recorriendo nuestros cuerpos
y
una sola mente era par para querernos.
¡Oh,
tiempos! Viejos tiempos.
TIEMPO
SIN OLVIDO
Aún
te diviso desde lo lejos del tiempo
del
tiempo que se congela en la memoria
que
se fija en el recuerdo y permanece como inmóvil
cual
si fuese un astro matutino de ciclo fijo
de
diarios nacimientos de llamas ardientes
que
iluminan radiantes los recuerdos.
Te
veo venir envuelta en tu coraje juvenil
serenamente
andando sobre las puntas de tus pies
tarareando
una vieja canción que me aprendí
y
sólo basta un beso tuyo para sofocar mi desespero
enredándome
sagaz entre tus risas y tus cabellos.
Nacíamos
en cada nacimiento de la noche
crecíamos
en cada amanecer de un nuevo día
y
nos agigantábamos pensando en el regreso
para
volvernos a encontrar de amor sedientos
volviendo
a nacer con renovado aliento.
Para
convencernos con palabras no sobraba el tiempo
hablaban
nuestros besos prolongados en silencio
conversaban
las manos recorriendo nuestros cuerpos
y
una sola mente era par para querernos.
¡Oh,
tiempos! Viejos tiempos.
Eloy Eduardo Pereira Bossio,
yo, nací en Arjona-Bolívar un 29 de agosto de 1953. Recuerdo que fue un día de
tormentas con remolinos de brisas y tierra cuando la partera del pueblo (La
seño Rita) gritó desde el cuarto: ¡Ya Rosa Parió! Una tía logró el milagro que
ningún maestro pudo alcanzar: "Me enseñó a leer". Este fue el punto
de partida para tomar la opción del magisterio: Soy maestro egresado de la
Normal Piloto de Bolívar, Licenciado en Educación Básica de la Universidad
Javeriana, Especialista en Aprendizaje Autónomo (UNID-CAFAM) y, por esas vainas
de la vida intelectual, candidato a Maestría en la Enseñanza del Español como
Segunda Lengua. Creo que es buen prontuario si le agrego mi pasión de vida: El
arte y la literatura. Como escritor he sido muy reservado, casi oculto en la
maraña de mis creaciones, pero escribo. Escribo para la libertad, para el amor,
para las vicisitudes del ser humano, para la tormenta social. En fin, lo mío es
un canto de la vida para la vida.
Comentarios
Fuerte abrazo
Eloy