Rodolfo Rincón Páez
MUERTOS DE MIEDO
haciendo que vivimos
los que nada tenemos que perder
excepto alcanzar la paz.
Los mismos de siempre.
Los que no tenemos para donde irnos.
Como siempre,
viendo marchar a muchos
dejándolo todo, sobre todo la
muerte.
Aquí, inmóviles.
Anclados al terruño amado,
tutelándole a la Vida
el derecho de poseerla
así ella pese más que la muerte misma,
que la misma muerte.
Inmutables.
Aquí los solidarios ante el dolor,
incubando soledad y tristeza ;
acompañando ajenos muertos
que de otras partes traen,
que son también nuestros muertos
por los que también rezamos a DIOS.
Atónitos.
Aquí los mudos, ciegos, ignorantes y sordos;
los mismos que mucho hablamos,
vimos, concluimos y escuchamos,
pero que al final o al momento
el miedo nos taladra la conciencia.
Aquí seguimos....
y persistiremos seguir durando para el mañana,
así la piel la enjute prematuramente
el ardiente sol de persistente cobardía
que obnubila el naciente día
e incomoda el sueño y el descanso eterno.
Aquí afligidos. Abatidos y abrumados
por ayeres que pudieron ser diferentes.
Creímos que nuestros deberes
colocados a la guarda en el Altar,
los derechos sombreados por Oraciones
impedirían el desguace de la Patria Nacional.
Aquí estamos.
Yertos en la sombra fría
haciendo que vivimos,
tutelándole a la Vida
el derechos de poseerla
así ella pese más que la muerte misma,
que la misma muerte.
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