Felix Turbay Turbay
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ANTES DEL
TIEMPO
No se
trataba de fundar una ciudad.
Necesitaban habitar el futuro
como un primer asombro de las recordaciones,
y hablaban un idioma desconocido entonces
por el pasado. No tenían historia
ni tenían un ruido de espada entre los huesos.
Pero llegaron
y fundaron el dolor y la muerte que al fin necesitaban
para estar en el mundo.
Necesitaban habitar el futuro
como un primer asombro de las recordaciones,
y hablaban un idioma desconocido entonces
por el pasado. No tenían historia
ni tenían un ruido de espada entre los huesos.
Pero llegaron
y fundaron el dolor y la muerte que al fin necesitaban
para estar en el mundo.
Reino
Incierto.
Abusaremos
algún día
del más
fuerte monarca, ya devastados sus ejércitos,
ya hirviente
su palacio, carcomida
su piel brillante,
untada su corona
de un aceite
secreto que viene de la muerte.
Anterior a
su lumbre, al oro de sus párpados,
algún salmo
desierto lo estará recordando;
entre viejos
bastiones, alguna dinastía
de música
sangrante; sobre las tempestades,
alguna incierta
pena del viento entre los álamos.
Después será
posible levantar otro reino
hacia el
mar, que es la tierra del sueño.
Poema inicial de la madre.
Madre ven,
no te vayas, con tu mano
dale a mi
corazón un nuevo aliento;
entre Dios y tu sombra, sólo el viento
entre Dios y tu sombra, sólo el viento
tiene la
identidad de lo lejano.
Con tu
tiempo de amor, con tu temprano
desesperar,
amor, fuiste lamento,
todo tu
vientre tiene el vencimiento
de un
profundo amor sacrificado.
Canta,
espera retorna, siembra, anida,
madre,
señora de la mansedumbre
territorio
de un mundo inencontrado
en tu puerto
de miel zarpó mi vida,
y en tu
florecimiento inesperado,
matinal y
sonámbulo, tu acento
fue llenando
de luz mi pensamiento
con el temor
de un grito recobrado.
Elegía en la Muerte de Luís Malo Alandete.
El jueves 21
de abril de 1951, a la una de la tarde, murió el
médico Luís
Malo. Félix Turbay leyó el siguiente poema
como un
homenaje a la memoria del destacado personaje.
Hoy tu
recuerdo llega riguroso a mi alma,
descubriendo
la vida, hundiéndose en la noche
final de las
palabras, palpando en cada cosa
la blancura
del mundo clausurada, soñando,
venciendo,
rondándome los ojos y la cara,
cuidando de
mi casa y mi familia
con sus
brazos humanamente abiertos
desde el
sitio que alzó tu vestidura
de espíritu
y de huesos
hasta la
juventud de los luceros.
Lo se. No
importa que las calles de tu pueblo
sientan que
no caminas sobre ellas.
Tu pueblo
tiene sensación de puerto
cada
instante, minuto, cada hora
de tu dulce
retorno. Todos saben que vuelves,
que te
fuiste a curar un enfermo, que tu ida
es el
comienzo de tu nueva vida,
de tu
desesperada contextura
de hombre
bueno, adherido al corazón de las batallas
como un
amanecer a la alegría.
Espera. Deja
que grité tu nombre en cada esquina,
en cada
calle, en cada viento, en cada lágrima.
Me estás
doliendo mucho en el recuerdo.
Me estás
hiriendo mucho la ternura.
No trates de
explicarme, no me digas
nada que
pueda atarme a la amargura.
No pretendas
llorar, que tu alegría
tampoco se
apagó con tu partida.
Deja: Deja
que me maltraten
que me
lleven atado a un sitio lleno de ataúdes,
que me
partan las manos y en la sangre
me hundan la
semilla de la fiebre.
Yo sé que tú
retornas. A curarme,
a decirme de
nuevo: buenos días,
a regalarme
dulces y centavos
como cuando
era niño y te llamaba
desde la
acera de mi casa-tuya.
No lo
pienses así. Todos te quieren,
no hay uno
solo que no te presienta,
no hay un
solo domingo que no te lleve
canciones
tuyas en su nacimiento.
La misma
iglesia, si, el mismo cura,
la misma
plaza buena y silenciosa,
las mujeres
iguales, los señores
iguales como
siempre, menos uno,
los mismos
pastos y los mismos bueyes,
el viento
igual, igual como la orquesta
con aquella
esperanza campesina
de música
morena arrodillada,
yo igual,
todos iguales, esperando
tu voz y tu
estatura. Licho Malo,
tu Purísima
fuente de amistad.
Hoy tu
presencia llega rigurosa a mi alma.
Mañana
nuevamente hablaremos de todo.
Aquí mismo
te espero, con el mismo vestido,
con la misma
manera de esperarte
que siempre
conociste.
Mis padres
mis hermanos, mis amigos, mi pueblo,
y toda,
toda, toda la sed de los caminos
te esperan,
te reclaman, y sienten
que en los
ojos les ha nacido un hombre
indeclinablemente
universal.
Félix
Turbay Turbay, Nació en El Carmen de Bolívar en 1936. Estudio Medicina y no
culminó, se graduó de abogado y ha desempeñado varios cargos a nivel nacional.
Tuvo estrecha relación con el grupo de los cuadernicolas liderado a nivel
nacional por Eduardo Cote y Jorge Gaitán Durán. Éste grupo resaltaba la poesía
profunda, reflexiva y desencantada por los hechos ocurridos en el planeta,
especialmente la segunda guerra mundial que trajo pobreza, muerte y miseria a
la mayoría de los países. Fue secretario de los ministerios de Comunicaciones y
del Trabajo, viajó por varios países de Europa y América Latina. En Cartagena
ocupó varios cargos, desde secretario de la gobernación hasta alcalde
encargado. Posteriormente fue nombrado diplomático en Venezuela y
posteriormente en El Líbano. Ha publicado el libro Memorias del
padre.
Falleció en Cartagena a los 76 años el 22 de enero de
2013.
Tomado
de: Escritores montemarianos
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