José Sarabia Canto


Foto tomada de: http://ensuncho.blogspot.com

Aun cuando su nombre es José Sarabia Canto, titulamos canta porque este poeta en Río de Luna, canción para un caballito de palo, no hace otra cosa distinta que cantar con esa forma tan peculiar suya de vivir la vida bajo una tonada eterna de marinero que ama el amor.
Después de navegar por mares y ríos, José Sarabia se ha quedado en el puerto de Magangue amamantando sus fantasmas, protegido por el hado tutelar de don Antonio Botero y de muchos amigos que se ha granjeado en esos lares. José es hoy la voz del río y de la tierra
Excelso fumador de naturalezas, bacán de barrio, viejo lobo de mar, putañero, trasnochador, ha sido capaz de fumarse tres libros rojos de Mao Tse Tung y dos biblias Reina Valera, para saciar su necesidad de viajar en espacios pequeños por el universo.
Su poesía es él. Su vida misma, venciendo toda precariedad es un poema.

Para que todos caigan en la cuenta de lo que surge de José Sarabia Canto, aquí él les canta:



YO BASTARDO

Yo, un bastardo de barrio de calles polvorientas,
De callejones sin pavimentar,
De casetas de bailadores de salsa,
Y patios escuetos, extramuros de jugadores de Béisbol.
Que cargo mi posición de hijo natural,
Bastardo, viejo lobo de mar.
Que mis habitaciones son de paso,
Que he dejado varias maletas en los hoteluchos
De la Media Luna, con hondos recuerdos en esos cuartos
Porque nunca tenía para pagar el inquilinato
De mis huesos dolidos de tanto andar.
Que me alimento en restaurantes de pobres
Y mesas de fritangas de negras bailadoras de bullerengue
De tambor y bongó
Y con los gamines y desplazados
Me alimento en duro aire caluroso y la plaga
Y a nadie le interesa un culo
Como si fuéramos vidrios rotos
O arrumes de basuras abandonadas
O lingotes de hierro en desuso.
Yo, que me voy pareciendo a esta rumenta
Defecada de la globalización y la mal llamada guerra,
Que no me suicido porque amo al mar,
Que voy pareciéndome al mar por su soledad
Y su extraña lejanía.
Creo en Dios y soy santero
(Pero creo que Dios no cree en mí)
Yo, que no uso camisa de olán como Quinto Guerra,
Que nunca he tirado la puerta por la ventana
Pero no trago entero.
Que me embarco en buses de caimán
Donde se transporta el hambre y la angustia
Y ponen salsa y música champeta a todo volumen
Y venden toda clase de chucherías y atracos por
El afán de varias hambres
Y se transporta la angustia y la pobreza que impera a toda velocidad.
El pito y el humo de la ciudad
Envenena igual que la marihuana y la cocaína.
Yo, que no me encuentro libre de pecado
Que muchas veces he tirado la primera piedra
que ya estoy maduro para lo que sea
Incluso para morirme.
Que recorrí todos los montes del río y los mares
Haciendo arte la palabra sin fusil
Y ahora quieren que me desmovilice
Sin pensión y sin epíteto.
Que he vivido en miles de puertos
Y he dormido en diferentes pueblos
Con los pocos dientes que me quedan.
Te cuento que todavía no me hallo
Pero el día que me encuentre con ese otro yo subjetivo
Me haré su vate, será mi vale y desde ese momento
Andaremos juntos, porque estoy tan solo
En este infierno globalizado
Con esta autobiografía de bastardo sempiterno
Andariego, loco y bacán… tendré para mucho tiempo.

POEMA DEL ADIOS

Tanta alegría acumulada
Que trajo Ana María para conocer el río
Y se fue con los “crespos hechos”.
NO supo que donde el “máquina borracha”
Hay un muerto escuchando salsa,
Tampoco vio las champas escoradas
A la vera de las garzas que parecen vetustos
manatíes mansos.
Se fue tan lejos Ana María
De mi mar y no supo que los cadáveres
Que van río abajo
Surgen de la guerra.
Se fue Ana María a la tierra de
Walt Whitman con la aurora
Y me dejó la imagen de su cuerpo desnudo
Tas la ventana en la niña
De mis ojos.

RÍO ERÓTICO

Ana Milena
Musa de facilidades ilimitadas
Esta mañana caliente
Después de un fuerte vendaval,
El río impetuoso
Exhala con el rumbo del agua
Acelerada
Un olor a himen.
Al olor fuerte del ángulo
De tu ingle,
Al vaho de tu vulva
Huele esta orilla,
Donde recuerdo Ana Milena
De “crica” fácil nena,
Babeante achicando mis ganas
De penetrar tu olor a río revuelto
Como entre por mis narices
Este olor a pez nadando.


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