Dankir Ortiz
Por: Dankir Ortiz.
Segundas circunstancias sólo existen
en el territorio de las pisadas constantes.
Miles de ojos persiguen mis pasos
entre bolsas plásticas con rostros…
No necesité morir para saber
que sólo la mirada
devuelve el hambre a mis pisadas
y las convierte
en fruto de los postes.
JURAMENTO DE UNA NO RAZÓN
Lo contrario a la verdad es verdad.
A la prohibición se suma
la imposibilidad aceptada
mientras continúan los partos
alimentando a las hambrientas
cruces.
El niño que se saca los ojos
para apreciar el color
de la historia,
es quien le da color.
Y de una barba inequívoca
se desprenden mariposas.
Continúan las preguntas... vístete.
ÉL...
“no-útil”– como el café
que se niega a termina
con mi mirada –
cierra un libro como
piernas
y la tinta se seduce.
Mientras copula con la historia
deja al insomnio dispararle
y hasta se atreve a donar
sus intestinos a la muerte.
Ahora es árbol...
y sus raíces son el hambre
de mi tinta
y su silencio es ese río
utilizado como espada contra el ojo
y sus hojas la esperanza de la
espera.
Cuando estuvo horizontal
enterraron sus manos
para ramas
crecen lenguas
que reclaman el acuerdo.
ELLA...
La tierra es verde
porque no le niega el paso
ni a mi muerte.
...en la entrada del teatro
le tocó dejar los labios
al solicitarlos
rostros
que no han sido calcinados.
Hay que esperar la falla del
tablado
donde la luz no se robe
las miradas.
Esperar la falla de la
venda
y a la herida desnudada
en
el encuentro.
Esperar el filo del papel,
los árboles copulan
y cada beso es el suicidio de
unos ojos.
Karma es... más que nadie
y la espero desigual.
Dankir Ortiz. Riohacha, 1984. Reside en
Valledupar desde 1993. Forma parte del Colectivo Literario Yuluka. Estos textos
han sido extraídos de la antología Yuluka -Poetas de
Valledupar- (Bogotá: Común Presencia Editores, Colección Los Conjurados).
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