OSMEN WISTON OSPINO ZÁRATE
Si la muerte se tomase vacaciones, Seguramente el lunes iría a clases y todo seguirla igual
Niño de niebla.
El letrero es contundente. Lapidario. Aquí no hay espacio para perdedores .El aula es espaciosa, un abanico ruge y el otro descansa desde hace tres meses. Las paredes de ladrillos a la vista son un muro de agravios. Hay manifestaciones amistosas como: Brenda cara de v... ,Juan Carlos es la loca de ... o Joel y Jonathan son n ... Hay expresiones afectivas como: el profe de inglés se comió un perro y se le pudrió en el estómago ... Morales es un malparido ... o bienvenidos al aeropuerto... Del patio aledaño llega un hedor pútrido. Una cerrera combinación entre sudor fermentado, el mal aliento del Maestro de Inglés y el barro de las porquerizas.-Morales Manuel, la tarea -Ya lo dije, tiene mal aliento. Soy Morales por el lado de mi mamá, la imagino en alguna casa del Norte despercudiendo atrocidades, depurando estupideces, brillando vanidades y barriendo debajo de los tapetes crímenes. -Morales, la tarea- Insisto, tiene un aliento de bóveda mortuoria. A lo lejos los niños de preescolar son contados por la Rectora con fruición. Son una especie de patrimonio para el futuro del país. Los acaricia y saca cuentas. Los abraza y multiplica esperanzas. Los besa y los babea. Ya tiene las dos pensiones. El Maestro de Inglés ladraba: desempeño bajo, reunión con los Coordinadores, llamado a padres de familia, hijueputas, mediocres, llamado a la Secretaria de Educación, al Alcalde, a la Ministra, a Chuky Santos ... Y nos volvió a mentar la madre, solo por no traer una tarea del pendejo verbo To be.
La brisa se acurruca en los árboles de mango, levanta una polvareda en el centro del campo de fútbol, nos anuncia que el recreo está en veremos. La clase de inglés retoza en el campo de juego y a mi modo de ver pierde 3 a 0. La oficina de Coordinación posee un poderoso aire acondicionado. Mi salón de clase en cambio tiene un tigre cansado por abanico. Mi mamá me mira con lástima. El Maestro de inglés se deleita con el prontuario presentado por la dirección de grupo. Los coordinadores de academia y convivencia quieren impedir que un nuevo Pablo Escobar marque territorio. Tengo 11 años y una hijuemadre hambre. El listado de acusaciones en mi contra comienza por tirar papeles al abanico, marcar con mi nombre el pupitre, pintar un pene en la silla de lngrid, no traer la pendeja tarea del verbo To be, quedarme un tiempito más en el recreo, no escribir en la clase de Ética, balbucear el himno nacional en el acto cívico, sacarle la madre a la Maestra de Sociales, me leyó los labios, y por inventar que Verónica era mi novia.
Todos llegan a un consenso para mirarme feo, reprenderme horrible, intimidarme con un futuro siniestro y, para colmo me hacen firmar unos papeles, en los cuales me comprometo a portarme bien. Mi mamá aceptó sin decir nada, certificando con un silencio cobarde que soy un facineroso en ciernes. Un pequeño monstruo que puede fácilmente incendiar a media humanidad, colocar una bomba Molotov debajo del vehículo del Profesor de Matemáticas o instalar meticulosamente clavos punzantes en la silla de la Maestra de Ciencias. Tengo 11 años, ninguna moneda en el bolsillo, y Lina, la niña más hermosa del curso queriéndome matar por alabancioso. La reunión duró 40 largos minutos. Mi mamá suplicó por mí y recordó con lujo de detalles el excelente comportamiento y las inmejorables notas de todos sus ilustres ancestros. No si de quién hijueputa soy hijo yo, pues la alcurnia académica de mis familiares, me colocaban como la oveja negra de toda la prole.
Salimos sin decir nada. Bueno, mi mamá iba avergonzada, supongo. Me acarició la cabeza y murmuró algo, como una oración de esas que hace todas las noches y no funcionan. En el fondo de su alma de madre le quedaba difícil extenderme más castigo. Camina encorvada de tanta pobreza. Sus ojos verdes amenazan con volverse grises. Se va en silencio, muriéndose por dentro. Abochornada. Mirando al cielo y maldiciendo la hora en que mi papá la dejó encartada conmigo.
La noche fue larga y soñé con delfines dorados nadando en la alberca del patio. Soñé que tenía 25 años y que era Maestro de inglés. Pero, sin mal aliento. Soñé con el verbo To be, are you hungry. Tuve sueños humedecidos con Lina y el despertar fue delicioso. Soñé que mi madre se sentía orgullosa de mi, pero que va, me desperté y de nuevo tenía 11 años, no había hecho la tarea de inglés, no tenía el diccionario y el orgullo de mi madre se transformaba en insultos hirientes que dolían adentro.
La mañana está rojiza. Voy al colegio por mi porcentaje diario de injurias. El hecho que haya hecho las tareas no me va a salvar de lo que sabemos. De algún lado saldrán las humillaciones: confundiré a Rafael Pombo con Rafael Nadal, a Florentino Ariza con Chepe Fortuna, a Simón Bolívar con Cristiano Ronaldo, a la gramática con La hija del mariachi y al Padre Nuestro con el último éxito de Kvrass. Aquí va ve vaina, aquí hay algo raro, cuando tú me miras, cuando yo te miro, aquí hay algo raro ... Creeré que el Maestro de inglés habla inglés, que la queridísima Maestra de ciencias es científica, que el cero es igual a la o y que el cuadrado tiene 4 lados. Eso es lo que le gusta a los Maestros, que uno crea. A partir de ese cambio de actitud aplaudido por todos, ganaré diplomas simulados y banderitas cadavéricas. Izaré el pabellón con el pecho henchido de farsas, seré el monitor petulante del profesor de español y entraré al reino del mal aliento del Maestro de inglés.

-Morales Manuel, la tarea- Escucho el gruñido. Lo miro
apoltronado en la ignorancia, le llevó la tarea tal cual la pidió: tinta roja para los títulos y subtítulos, tinta azul para las respuestas, márgenes en tinta verde, una manzana de mil pesos enviada por mi mamá y una sonrisa amariconada de obediencia. –Excelente, se dio cuenta que si se puede, Morales-

Su mal aliento se enreda melancólicamente en el aire cansado del viejo abanico y lo olfateamos todo.
(Tomado del libro: SIN FECHA DE VENCIMIENTO)
OSMEN WISTON OSPINO ZÁRATE. Pedagogo (Normal Marina Ariza Santiago), Administrador Educativo ( Universidad San Buenaventura), Especialista en Metodología para la enseñanza del español la literatura (Universidad de Pamplona), en Educación con énfasis en evaluación educativa (Universidad Santo Tomás) y Diplomado en Políticas Educativas Públicas (Universidad Pedagógica Nacional).
Docente en propiedad de la Institución Educativa Leónidas Acuña, Catedrático de la Universidad de Pamplona y la Fundación Universitaria del área andina. Coordinador de Educación de la Fundación para el desarrollo de las competencias de talento humano - FUNDECOTH.
Poeta, narrador. conferencista y experto en temas pedagógicos, didácticos, literarios y evaluativos. Autor de los libros: Tejiendo esperanzas (1995), La excusa de los confines (1997), Manual para vigilar los sueños (2005) Manual de términos básicos para abordar con éxito las pruebas de estado (2007). Colaborador eventual del Periódico capitalino; Escuela, país, tinta. Parte de su obra literaria, pedagógica, didáctica, artículos y ensayos están publicados en: www.osmcrwspino.blogspot.com
Finalista del Concurso regional de Cuento ( 1999), Concurso universitario de Poesía (2.003) y del Concurso departamental de Cuento (2008)
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