La naturalidad del discurso
Por: Juan Manuel Parada
Escribir es reescribir.
Donald Murray
¿Imaginas los Doce Cuentos
Peregrinos firmados por Cortázar o los Cronopios y Famas por García Márquez?
Ambos son escritores de gran talla, influyentes, creadores de una prosa
poderosa y distintiva, forjada en un estilo natural, nítido, libre de vana
retórica. Su éxito como escritores se basa en lo único de sus estilos, sin duda
poseen influencias de otros autores (¿quién no?) pero el hallazgo de sus obras
radica en lo personal de sus voces y en la eficacia para contar historias.
Contrario a una prosa natural,
tenemos la artificiosa. Como principiantes tendemos a caer en la “imitación de
estilos” o peor aún, en el juego del lenguaje “culto”, atiborrando la historia
que contamos con palabras rebuscadas o frases altisonantes que más allá de dejarnos
muy mal con el lector, apocan cualquier posibilidad que tenga la trama.
Para ilustrar mejor este
concepto, le abro paso a un verdadero maestro del cuento breve, Antón Chéjov, quien,
en una carta del 10 de abril de 1886, (con traducción de Carlos Pacheco en el
libro Del Cuento Breve y sus Alrededores) le dice a su hermano:
En mi opinión, una verdadera descripción de la naturaleza debe ser
breve, poseer carácter y relevancia. Hay que acabar con lugares comunes como
“el sol poniente, bañado en las olas del mar oscurecido, vertió su oro carmesí”
o “las golondrinas, sobrevolando la superficie del agua, gorjeaban jubilosas”.
Al describir la naturaleza, uno debe atrapar pequeños detalles, arreglándolos
de tal manera que con los ojos cerrados se obtenga en la mente una imagen
clara. Por ejemplo, si quieres lograr el efecto total de una noche clara de
luna, escribe que un trozo de cristal de una botella rota, brilla como una
pequeña estrella en el estanque del molino, mientras la sombra oscura de un
perro pasa bruscamente como una pelota…
Como ves, un estilo natural es el
que se despoja de lugares comunes y bisutería innecesaria, reduciendo el texto
a su esencia aún en los casos más barrocos. De allí mi motivación a comenzar
con la frase “Escribir es reescribir”, ya que es por medio de la pulitura que
los autores alcanzan la eficacia del texto narrativo y vuelvo sobre Chéjov:
Usted como escritor tiene un defecto y uno verdaderamente grave: Usted
no corrige… y por eso sus obras resultan adornadas y sobrecargadas… o es
demasiado perezoso o no quiere amputar de un solo golpe todo lo que es inútil.
Para lograr una prosa natural,
convincente y verosímil, es necesario evitar las “poses”. El lector no puede
percibir un estilo fingido o artificioso porque dejará de confiar en la
historia. En un relato eficaz, la historia contada está por encima del autor,
de las palabras y de las técnicas, estos (en la mayoría de los casos), son
instrumentos para conectarse íntimamente con el lector. Recordemos a Juan
Calzadilla: En narrativa, el lenguaje es
el medio, en poesía, el lenguaje es el fin.
En Poe, por ejemplo, el uso de
adjetivos está supeditado a la atmósfera (suspenso, terror o misterio) que sus
cuentos recrean. García Márquez supo aprovechar el sincretismo cultural del
caribe para articular una voz que hoy es conocida en el mundo entero. Cortázar,
partiendo de la tradición oral, concibió un lenguaje plástico y dinámico con el
que creó sus relatos fantásticos y sus monumentales novelas.
Estos tres iconos del relato
breve pusieron a su disposición un amplio abanico de recursos lingüísticos,
estructurales y literarios, pero es evidente la gran sutileza con que lo
hicieron, o dicho en criollo: no se dejaron ver las costuras. Sus cuentos, hoy
día, son motivo de estudio en importantes universidades y los críticos siguen
volcados a la interpretación de sus técnicas, mas en el plano de la lectura
sencilla, la de a pie, siguen sumando lectores y esto se debe a que cada
historia tiene vida por sí misma, gracias a la naturalidad y eficacia con que
fueron contadas; han trascendido a sus propios autores.
Llegados a este punto, transcribo
este poema de Charles Bukowski, donde queda manifiesto lo que es el estilo para
este original escritor:
Estilo
El estilo es la respuesta a
todo,
una nueva forma de enfrentarse a
algo peligroso o aburrido,
es mejor hacer algo gris con
estilo que hacer algo peligroso sin ningún estilo.
Hacer algo peligroso con estilo
es lo que yo llamo arte.
Las corridas de toro pueden ser
arte,
el boxeo puede ser arte,
el amor puede ser arte,
abrir una lata de sardinas puede
ser arte.
Hay pocos que tengan estilo,
muchos no pueden mantenerlo,
he visto perros con más estilo
que las personas,
pero hay pocos perros con
estilo,
en cambio, los gatos tienen
mucho.
Cuando Hemingway se voló los
sesos contra la pared de un tiro
demostró su estilo.
A veces la gente te da estilo
Juana de Arco tenía estilo,
Juan el Bautista,
Jesús,
Sócrates,
César
García Lorca.
En la cárcel he conocido a
hombres con estilo;
he conocido a más hombres con
estilo en la cárcel
que fuera de ella.
El estilo es la referencia,
es una forma de hacer las cosas,
una forma de vida.
Seis garzas de pie en un
estanque
o tú, saliendo desnuda de una
bañera sin poder verme.
Como ves, no se trata de escuelas
literarias, ni de estilos a lo Benedetti, se trata de ti, de expresarte como
realmente eres, aunque estés ficcionando. O como diría Jiménez Emán: Lo que se debería alcanzar en todo caso es
una voz, una escritura, un idiolecto.
Podría enumerarte acá la diversidad
de estilos que hasta ahora han clasificado los investigadores y expertos, pero
he decidido en su lugar motivarte a explorar el camino hacia esa voz propia que
según Sábato no es más que la manera personal de ver la realidad. Piensa en las
seis garzas de pie en un estanque, o en ti saliendo desnudo (a) de la bañera
sin saber que te ve Bukowski, es emocionante en su voz, pero lo más probable es
que en la tuya no sea más que una pose, porque tus intereses son distintos y
hasta únicos.
Decía Pascal:
Cuando uno se encuentra con un estilo natural, se queda asombrado y
encantado: porque esperaba hallarse con un autor y se encuentra con un hombre.
Pero, “estilo natural” no equivale a “estilo espontáneo”, ya que el lenguaje
que surge espontáneamente es a menudo el más artificioso, debido a una
subconciencia idiotizada de mala literatura.
Y volvemos al punto de partida,
la naturalidad y la sencillez son el resultado de un arduo trabajo de
reescritura, oficio y honestidad. Ahora bien, es importante no caer en el error
de pensar que nuestra vida es tan importante como para garantizarnos un éxito
de originalidad. Proust, motivado por el olor, el sabor y la textura de una
magdalena remojada en té, escribió el monumento literario que es En busca del
tiempo perdido, a partir de un trabajo de evocación sensorial, pero nada
garantiza que sentarse a escribir sobre nuestra vida íntima sea de por sí éxito
y estilo. De hecho, puedes lograr buenos cuentos con anécdotas o experiencias
ajenas, es tu mirada sobre ellas lo que las hace únicas y universales, o dicho
en otras palabras, tu mirada y la forma cómo la expresas, es decir, tu
idiolecto.
Para concluir, algunas
sugerencias:
-Evita el exceso de formalidad porque te enfría el discurso.
-No seas enfático, es mejor susurrar que gritar.
-Matiza el discurso, evita dejar todo en evidencia, un sí podría ser un
quizá y hasta un no.
-Evita las frases altisonantes o rebuscadas, sé sencillo.
-No te tomes la literatura tan en serio, recuerda la plasticidad del
lenguaje, su carácter lúdico, sus infinitas posibilidades.
-Como dice Hemingway, ten alerta el detector de mierda.
-Escribe, engaveta y reescribe cuantas veces sea necesario.
-Lee en voz alta, escúchate y suprime todo lo que haga ruido.
Ejercicio:
Partiendo de algún hecho
destacado de la historia contemporánea de tu país, rememora una imagen vívida
de tu experiencia personal y desarrolla un relato natural. Haz uso de tu
memoria sensorial (olfativa, táctil, visual, gustativa y auditiva).
Juan Manuel Parada, Yaritagua,
Yaracuy, Venezuela
Editor, Escritor y Político
venezolano. Director de la Escuela Literaria del Sur y actualmente Concejal por
el Municipio Peña, Estado Yaracuy. Fundador de la Red de Escritoras y
Escritores por el ALBA. Ha publicado los libros: Quemando a Venezuela y otros
relatos; El rastro del General y otra docena de cuentos; Caminos del Cuento o
contar de súbito; Antología sin fin, novísimo cuento venezolano; Poética de la
Rebeldía y La Invasión y otros cuentos. Ha sido editor de revistas y periódicos
nacionales e internacionales y dirige el fondo editorial Parada Creativa.
Milita en el Partido Comunista de Venezuela.
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