Jahel Peralta Mendoza

UN CADÁVER PARA LA CONVERGENCIA DEL OCASO (Textos tomados de la Revista Letras, Volumen 1 - Número 3 - Año 1 - Enero de 2012) Por: Jahel Peralta Mendoza Por la tarde trajeron a Segundo metido en una bolsa de plástico negro y lo tiraron en el centro del rancho, como un trasto viejo. Los hombres que lo cargaron la única explicación que dieron fue que lo encontraron con la cara cagada de moscas azules en la guardarraya del potrero junto a la quebrada. A esa hora el sol en el poniente reclinaba su angustia bermeja sobre los hombros de los cerros verdinegros. El último bostezo de luz incendiaba los pastizales y los cultivos de maíz que había sembrado el viejo Flavio antes de colgarse de la rama del tamarindo del patio. A Segundo le decían así no porque fuera el segundo, sino para no confundirlo con el papá del cual heredó su gracia. Gertrudis había terminado de barrer el patio, encerrado las gallinas, regado las macetas que colgaba...